El Té Negro y el Té Verde provienen de la misma planta, la Camellia Sinesis, originaria de China. La diferencia entre un té y el otro radica en la manera cómo son tratadas sus hojas: para preparar el Té Verde, las hojas son más frescas y se someten a un poco de calor; mientras que las hojas para el Té Negro pasan previamente por un proceso de oxidación y fermentación que, al prepararse como infusión, dan como resultado una bebida con sabor, aroma y propiedades muy diferentes.
Diversos estudios han evidenciado que el Té Negro hace maravillosos aportes a nuestra salud física y mental:
• Ayuda a mejorar la atención y la concentración, manteniendo el cerebro alerta.
• Ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre.
• Contiene antioxidantes que neutralizan los radicales libres.
• Disminuye el apetito y favorece la pérdida de peso.
• Fortalece los huesos, aliviando los efectos de la osteoporosis en adultos mayores.
• Facilita la digestión y a controlar las diarreas debido a su efecto sobre la flora intestinal.
• Protege el sistema cardiovascular, ayudando a prevenir infartos al miocardio.
• Ayuda a la producción de energía, vitaminas, y la absorción de nutrientes.
• Sirve como base para bebidas refrescantes al mezclarse con frutas cítricas como el limón, la naranja o la parchita.
Modo de Preparación: Ponga a hervir una taza de agua hirviendo, agregue una cucharada sopera o al gusto de Té Negro, revuelva, apague y deje reposar alrededor de 5 minutos para que las hojas suelten todos sus nutrientes. Endulzar al gusto.
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